Adam Newsam, vicepresidente ejecutivo de Ticketmaster para América Latina, y ‘Hippie’ Gonzáles, director gerente de Ticketmaster Perú, hablan sobre los motores del crecimiento de la industria del entretenimiento en la región. También señalan al fraude como su principal reto y oportunidad de posicionamiento en Perú.
La llegada de Ticketmaster, en particular al Perú, ocurre en un escenario de reactivación de los eventos deportivos y conciertos tras la pandemia (se esperan 20 grandes conciertos este 2023, lo que superaría a los 15 del año pasado, según informó la Cámara de Comercio de Lima a Forbes en marzo último). Pero el arribo también se dio en un momento de reacomodo de la industria en el país, con la adquisición de Joinnus por parte de Credicorp en marzo pasado.
Según los ejecutivos de Ticketmaster, la industria del entretenimiento está creciendo en Sudamérica por dos principales motivos.
Pese al menor crecimiento económico esperado (el FMI prevé que será de 1% frente al 3,9% del 2022), la gente demanda ‘experiencias de activos intangibles’, dice Newsam. El ejecutivo señala que este año, a nivel global, Tickemaster proyecta vender 600 millones de entradas frente a las 550 millones del año pasado. “La demanda por entretenimiento en vivo es mucho mayor que antes”, afirma.
En Perú, ‘Hippie’ observa un cambio de paradigma sobre el entretenimiento. “Venía Coldplay y se llenaba el estadio. Venía la segunda vez y el temor era que no se llene. ¿Qué ha pasado después de la pandemia? Que la gente entiende lo que es el entretenimiento. [Es decir], ver varios shows varias veces porque te vas a entretener”, conceptualiza y comenta que, actualmente, hay clubes de fútbol que reúnen entre 30.000 y 40.000 personas por fin de semana en Lima. “La gente quiere tener entretenimiento. Ese es el cambio que hizo la pandemia. La gente […] ahora entiende lo bonito que es ir a un concierto y verlo varias veces, porque puedes ir con tu hija, otra vez con tu papá, otra con tus amigos. Esto hace que el negocio se repita. Eso es lo que significativamente ha cambiado al Perú. Por eso, ha crecido”, analiza.
Al consultarle sobre las ventas proyectadas para Perú, González dice que prevén vender entre 200.000 y 250.000 entradas y repara que son cifras ‘conservadoras’, que estimó e hizo públicas cuando lanzaron la operación en Perú. Bien mirado, el monto supone llenar entre 4,5 y 5,5 Estadios Nacionales, cada uno con unas 40.000 butacas. Así, con un crecimiento “sostenido”, a ‘Hippie’ le gustaría que la compañía –en tres años– se posicione en el mercado como “una de las opciones interesantes”. En el primer año de operaciones, buscan captar el 10%, según dijo a medios locales.
En tanto, Newsam anota que lo que esperan es incrementar el nivel del mercado y que los organizadores traigan “más eventos y negocios” al Perú. “Al tener una marca global como Ticketmaster, esperamos elevar el nivel del mercado”, afirma el ejecutivo. En ese sentido, ‘Hippie’ considera que el interés podría provenir de clientes internacionales de la compañía, quienes apalancados por la confianza, vean en Perú una oportunidad para traer artistas u organizar eventos; por expandir su negocio .”Es un tema de confianza”.
Los casos recientes de cientos de tickets rechazados falsificados en la puerta de los estadios durante los conciertos de Bad Bunny en Lima en octubre pasado y Ciudad de México dos meses después mostraron cuán vigente y latente es este ciberriesgo para la industria del entretenimiento (Ticketmaster tuvo a cargo la venta del segundo evento y afrontó millonarios reembolsos). La CCL estima que este negocio ilegal se ha duplicado desde antes que empezara la pandemia, cuando movía S/30 millones, según datos difundidos en medios locales en marzo pasado.
Para evitar los fraudes, Newsam explica que trabajan con los bancos emisores de tarjetas de crédito, medio a través del cual se suele producir este delito. “Probablemente, nuestros aliados de pagos son los más fuertes [que tenemos] para enfrentar esto [los fraudes]. Del lado del fraude de tickets, [enfrentarlos tiene que ver con] la tecnología y la experiencia. Los equipos que tenemos en todos lados ayudan a un organizador del evento en terreno: el día del evento trabajan con el chequeo, la validación, el escaneo de tickets y gestionan asuntos [asociados]. Necesitas mucha experiencia. Pero es un gran problema”, dice.
En esa línea, ‘Hippie’ subraya que la compañía es parte de un negocio en el que participan múltiples actores. “Somos una empresa de venta y distribución de entradas. Nosotros vendemos lo que nos dan a vender y no hay más que eso. Lo que pasa afuera no es culpa de nosotros”, comenta sobre los casos de sobreventas. “No hay sobreventa. Lo que hay es alguien que se hizo el vivo y falsificó”, indica, en alusión al caso de la estafa de entradas del concierto de Bad Bunny en Lima en octubre pasado.